Diferencia entre cannabis índica y sativa
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Tras la crisis económica vivida en España, decenas de familias con escasos recursos se vieron obligadas a entrar en el negocio del cultivo ilegal de cannabis recreativo en interiores para obtener ingresos extra.
De acuerdo con información de la Guardia Civil, el cultivo en interiores de pequeñas matas de cannabis permite a las familias obtener hasta 5 000 euros por cada cosecha que, de acuerdo con las características climáticas de la zona donde se cultiven, podría alcanzar hasta cuatro periodos anuales.
El modo de cultivo funciona de la siguiente manera: los narcotraficantes contactan a los interesados y llegan a sus domicilios para montar la instalación eléctrica que iluminará artificialmente día y noche al cannabis. Luego, siembran las plantas.
Antes de irse, dejan un manual a los cultivadores con instrucciones detalladas para el cuidado de las plantas. De seguirse estos pasos en orden, es posible obtener entre 5 y 20 kilos de cannabis de cada plantío indoor.
Después de la cosecha, le pagan lo acordado a las familias cultivadoras. Esta forma de trabajo funciona a manera de una cooperativa de pequeños productores que, con sus plantas, proveen mercancía para Alemania, Inglaterra, Francia, Polonia, Estonia y Letonia.
Respecto a los lugares que utilizan las familias para esconder los sembradíos, en los últimos cuatro años, la policía encontró cannabis en habitaciones, garajes, cobertizos, patios traseros, desván, pequeñas naves y hasta camiones.
Vale destacar que las autoridades españolas señalan que los cultivadores son solo el primer eslabón de la cadena, pues también existen los facilitadores, quienes coordinan el cultivo, y los distribuidores, que sacan la mercancía del país; todo a manera de un engranaje que funciona como un corporativo internacional.
Un artículo publicado por el diario español El País evidencia la situación de algunas provincias en el sur de España, las cuales observan a esta práctica como un medio de vida para muchos de sus habitantes. Para algunos es la posibilidad de obtener un dinero extra, mientras que para los más jóvenes representa ganar dinero rápido, fácil y con poco riesgo.
En tanto, para los grupos criminales, este negocio también representa un modelo ganar-ganar. Esto es debido a que la inversión es pequeña y se recupera con la primera cosecha.
Respecto a los gastos, como el generado por el consumo de energía eléctrica, los criminales buscan la forma de robar el cableado público. Incluso se habla de que la policía investiga las comunidades que en los últimos años han tenido un alto consumo eléctrico, como una pista de la posible existencia de cultivos ilegales de cannabis.
Según datos de la policía, para los criminales resulta un negocio redituable porque montar una plantación indoor tiene un costo aproximado de entre 10 000 a 30 000 euros, dependiendo del tamaño.
Ahora bien, el kilo de cannabis se vende en por lo menos 4 000 euros en Inglaterra y, por su parte, las penas para los cultivadores son débiles porque las personas sin antecedentes penales difícilmente entran en prisión. Si reciben condena, no va más allá de los 3 años.
Las autoridades registraron un boom de cultivadores indoor en los últimos cuatro años, ya que las incautaciones de cannabis ilegal se incrementaron 600 %, según datos del Ministerio del Interior.
Por esto, las redadas de búsqueda son casi semanales y se realizan en diversas regiones de poblaciones de Granada, Málaga, Cádiz y Valencia, sobre todo en viviendas humildes.
Las estadísticas oficiales remarcan que de los 20 000 detenidos por tráfico de drogas que se registran anualmente en España, casi 70 % son españoles y más de la mitad fueron detenidos por cultivo ilegal de cannabis.
Sin embargo, pese a las incautaciones, las cifras de exportación de cannabis han repuntado más de 50 % desde 2014, según datos del Centro de Inteligencia Contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).
Vale destacar que este problema no solo es de salud pública, también implica diversos procesos de violencia que van desde asesinatos hasta la trata ilegal de personas, en su gran mayoría migrantes, quienes son vendidos a los grupos criminales como esclavos para plantaciones indoor en Toledo, Segovia, Madrid y Zamora.
"Estas personas eran explotadas y permanecían en el interior de los inmuebles durante largos periodos de tiempo, llegando a abarcar el ciclo completo del cultivo.Solo una vez a la semana recibían visitas de miembros de la organización que les suministraban escasos alimentos", describen los informes policiales citados por El País.
Finalmente, las autoridades apuntan a que el origen de este fenómeno es la gran demanda de cannabis que tiene Europa y los procesos burocráticos que impiden una regulación adecuada y que, a su vez, facilitan la impunidad con la que operan las mafias españolas.
Con información de El País
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