EUA: la legalización del cannabis en las elecciones 2020
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Carpintería es una pequeña ciudad costera en California. Era conocida por sus invernaderos de crisantemos y hortensias. Sin embargo, hace tres años, los agricultores debieron dar un giro a sus cultivos, luego de que el bajo costo de las importaciones de flores impactó el consumo nacional. Así que dejaron de cultivar rosas para sembrar Cannabis.
La marihuana crece bajo las misma condiciones climáticas que las flores, por lo que su legalización rescató a los agricultores del condado de Santa Bárbara que, a partir de 2016, han solicitado 800 permisos para cultivar la planta.
Una de las empresas que aprovechó la legalización fue “B&H Flowers”. Los propietarios eran holandeses dedicados a cultivar tulipanes desde hacía 100 años, pero a finales de 2015 dieron un vuelco hacia el cannabis y en 2018 se reinventaron como Autum Brands. Junto con algunas granjas cercanas comenzaron a sembrar y a cosechar la planta que es peculiarmente olorosa.
A pesar de la brisa costeña, la población de 14 mil habitantes comenzó a impregnarse del olor que desprendían las flores de la marihuana. Prender inciensos o apilar almohadas bajo las puertas no detenía el olor. A partir de septiembre de 2016, el condado de Santa Barbará comenzó a recibir quejas.
Los dueños de Autum Brands no quería esperar a que algún vecino molesto los demandara. Así que contactaron a todos los pobladores y se pusieron a su disposición, sin importar la hora, para atender cualquier malestar. Además de notificarles que habían instalado un neutralizador de olores que funcionaba con nebulización de agua fría.
Sin embargo, el sistema utilizaba demasiada agua, lo cual no sería sustentable en el largo plazo. Sumado a que contenía una fragancia que pretendía enmascarar el olor del cannabis, pero provocaba comezón y enrojecimiento en los ojos de los operadores del sistema.
Tras buscar a varios desarrolladores locales, encontraron que la empresa Byers Scientific & Manufacturing podía ofrecerles la solución que necesitaban por medio de un sistema desordorante que funcionaba con vapor, pues el efecto del agua caliente dispersa los aromas.
Fue un logro para Autumn Brands que además convenció a las granjas vecinas de neutralizar el olor. Las autoridades aún no obligan a los agricultores a instalar sistemas desodorantes, pero se trata de una medida que cada granja asume de manera espontánea.
Ahora para Byers, la neutralización de olor a cannabis representa el 70% de su negocio. Los precios del sistema varían, según el tamaño de la operación de cultivo, pero esencialmente oscilan entre los 46 mil dólares por la unidad básica hasta los 75 mil dólares por una solución desodorizante más completa.
Con información de Green Entrepreneur.
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