Sana sana Wellness: cómo una enfermera californiana se convirtió en la Heisenberg del CBD
24 marzo, 2018
En 2014, una serie de síntomas adversos golpearon por entero la vida de Shannon Barnett, una enfermera de California: fatiga, boca seca, y la aparición de picantes puntos rojos en toda su piel, desde los tobillos hasta los labios. Para tratar estos padecimientos, y un quiste de ovario que le había sido descubierto en 2009, se le recetaron hormonas, esteroides y hasta una vacuna contra la malaria.
Ninguna de las medicinas dio resultado, incluso le provocaron lupus, y otros peligrosos efectos secundarios, como, por ejemplo, la incapacidad de producir saliva. Su boca se secó de tal forma que sus dientes y encías se deterioraron en semanas. Los médicos le dijeron que ya no había vuelta de hoja, la enfermedad autoinmune era incurable, sólo podría tratarse con paliativos; y para ello le recetaron Hidroxicloroquina y Prednisona.
Pero ¿para qué tomarlas si de todos modos no había cura? Desesperada y harta de fármacos con terribles efectos adversos, decidió tomar al toro por los cuernos y encontrar un tratamiento alternativo que fuera efectivo.
Una y otra vez en sus largas investigaciones en internet la palabra CBD aparecía: según lo que pudo leer en esas primeras aproximaciones, el cannabidiol era bueno para desinflamar y para tratar enfermedades autoinmunes. Aunque ella nunca había consumido marihuana, tras una extensa revisión de la información decidió intentarlo.
Una vez obtenida su licencia, fue a visitar todos los dispensarios de cannabis que había en su localidad, y se encontró con que el león no era como lo pintaban: la gente fumaba dentro de los establecimientos, y cuando le preguntaba a los dependientes por un aceite rico en CBD y con menor cantidad de THC; o algo que no la pusiera ‘arriba’, los encargados no sabían qué responderle.
Como enfermera estaba buscando el santo grial de los productos: se encontró con que el mercado no estaba listo para ello: no había un estándar, y aunque probó con diferentes tinturas, todas estaban hechas a base de alcohol, lo que le provocaba severas quemaduras en su boca, ya de por sí reseca.
Entonces, en un dispensario de West Hollywood se encontró con aceite rico en THC hecho a base de aceite de coco. Decidió probarlo, no ingerido, sino tópico, y voilà: su sarpullido desapareció. Una vez acabado su frasco regresó por más, pero el aceite parecía distinto, tenía otro color, y una diferente consistencia.
Un amigo de la familia, que tenía años de ser cultivador de cannabis, revisó el producto y constató las sospechas: el aceite no estaba hecho con un estándar. Simplemente estaban intentando, a prueba y error, dar con la correcta fórmula. Dado que sus familiares ya le habían regalado una planta OG, rica en CBD, decidió probar con ella para fabricar su propia fórmula.
En su primera fase, los aceites que ella fabricó no eran totalmente buenos, pero le ayudaban a mantener sus síntomas a raya. Fue hasta que se encontró con la noción de microdosis, que el abanico de opciones se amplió lo suficiente. Como enfermera estaba acostumbrada a un razonamiento lineal: si la medicina no te hace, pues toma más.
Una vez que experimentó sobre ella con microdosis, todo cambió. Los síntomas se redujeron al mínimo y pudo por fin dormir de corrido toda una noche. “No podía creerlo, era simplemente inconcebible; demasiado bueno para ser verdad”, ha declarado en entrevistas. La claridad de su piel regresó por entero, su salud bucal se restableció, y una vez convencida de los resultados, emprendió hacia la construcción de su propio proyecto: Sana Sana Wellness.
Su familia le decía que ella se había convertido en la Heisenberg del CBD, que en lugar de ‘Breaking bad’, ella era como ‘Breaking good’. Con sede en California, Sana Sana Wellness es una firma cuya línea de productos está específicamente concentrada en el CBD, que obtiene ya de las mejores granjas de la región.
Empezó con un producto: el aceite, hecho a base de coco, para uso tópico o su ingesta, a partir de la cepa conocida como Ringo’s Gift y ACDC, que le provee la Ninja Dirt Farms. De ahí saltó a la creación de píldoras, ungüentos y supositorios vaginales, que han probado eliminar el sangrado ovárico.
El éxito que ha tenido su pequeña compañía es tal, que por semana recibe cientos de mensajes de sus compradores, contándole cómo el CBD y Sana Sana Wellness han transformado su vida. Una parte importante de ese éxito es el estándar que Barnett le imprime a sus productos.
“Si alguien llega preguntando al respecto del producto, yo no puedo darles una respuesta vaga ni asumir que esa es la norma en la industria de cannabis. Tengo que ofrecerle transparencia y acceso a la información sobre cómo están hechos mis productos, y para qué sirven”.
Esto le ha otorgado a Barnett un auténtico papel de gurú, de witchdoctor entre sus pacientes, amigos y familiares; para ella, el contacto entre sus “pacientes” es esencial: “ellos tienen que ser también parte de esto, tienen que saber todo acerca de la medicina que están tomando”, subraya.
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