Andy Harris es un republicano miembro de Cámara de Representantes de Washington, que ha ganado notoriedad por ser uno de los más acérrimos y apasionados enemigos de la legalización cannábica en Estados Unidos; su lucha anti-cannabis tiene décadas, y cuando los votantes washingtonianos aprobaron con una mayoría apabullante la legalización, Harris se las ingenio para bloquear la iniciativa en el Congreso.
En su opinión, la marihuana es una peligrosa droga que tiene un potencial muy alto de adicción; y ahora que la mayoría de los estados de la nación americana permiten el cannabis medicinal, y ocho estados la recreativa, Harris ha reconocido que existe un vacío científico importante alrededor de la droga, y está dispuesto a llenarlo.
Gracias a su vocación médica –Harris estudió medicina y anestesiología en la Universidad de Johns Hopkins, e incluso se desempeñó como médico naval durante la Operación Tormenta del Desierto– el republicano ha reconocido que la mayoría de la investigación médica y científica en Estados Unidos es mala, o nula. En buena medida provocado por el hecho de que la marihuana, a nivel federal, siga prohibida, y esté clasificada como narcótico de alta peligrosidad.
Este hecho reduce drásticamente la posibilidad de que tanto científicos, universidades e instituciones hagan investigaciones a fondo sobre la planta, sin riesgo de tener problemas con el gobierno federal. Durante la apertura de los marcos regulatorios, hubo un intento, sin éxito, de sacar a la marihuana de esa clasificación federal.
Por todo esto, dice Harris: “las investigaciones que se hacen son muy malas, es decir, hay muy poca investigación sobre las aplicaciones de la marihuana medicinal, y tenemos a miles de padres de familia y de pacientes que la utilizan como tratamientos alternativos, el riesgo es muy grande”.
A decir de Harris, no está probado que la marihuana tenga propiedades medicinales a gran escala: “ha demostrado ser eficaz en un grupo muy reducido de enfermedades, como el cáncer y el Sida, incluso algunos pacientes pediátricos con epilepsia, pero la evidencia es anecdótica, necesitamos tener una mayor certeza médica”.
“Fuera de ese grupo, no hay ninguna evidencia certera: no la hay para los tratamientos de estrés post traumático, ni de que en verdad ayude al tratamiento para adictos a los opioides”, señala, “y si vamos a dar una medicina como la marihuana, tenemos que tener una postura ante ella como la que tenemos ante cualquier medicina: es decir, contar con una rigurosa base científica, pero es muy complicado con las reglas que operan hoy día a nivel federal”.
Por esta razón, Harris se ha reunido con varios de los legisladores pro marihuana, para formular una iniciativa que permita una nueva clasificación para la marihuana, y tanto universidades como instituciones médicas puedan hacer investigación sin riesgos judiciales.
El también republicano Morgan Griffith, es un legislador que igualmente se opone a la mayoría de los usos de la marihuana, con excepción del medicinal para pacientes pediátricos con epilepsia. Él mismo observó los beneficios cuando uno de sus compañeros de partido se vio forzado a mover su residencia para comprar aceite de CBD para su hija.
“Tenemos a un montón de padres de familia que están preocupados por sus hijos, y necesitan el acceso a la planta como medicina; bajo el régimen actual, ellos son criminales. Y ellos, aunque lo saben, no les importa: ellos mismos fabrican el aceite sin saber las cantidades exactas, eso es muy peligroso”.
“En este sentido, la propuesta que Andy y yo conseguimos pasar a aprobación, es que por lo menos tengamos los medios legales de hacer una investigación rigurosa para saber exactamente los potenciales beneficios medicinales de la planta. Yo creo que sí los tiene. Andy no lo cree. Pero él está confiado a que la ciencia dirá la verdad, y estamos apostando ambos por ello”.
“Muchas de las instituciones no quieren invertir en algo que les puede traer problemas legales en uno o dos años; en ese sentido queremos darles a las instituciones la certeza legal de que no los tendrán”, finaliza el político.
Aunque tanto Harris como Griffith creen que la propuesta puede ser aprobada con facilidad, ambos están de acuerdo en que el gobierno federal ha sido un gran obstáculo para la investigación médica de la marihuana, y en ese sentido, trabajan constantemente con otros miembros del Parlamento para obtener su apoyo.
Finaliza Harris: “toda mi carrera como legislador la he basado en el abrir puertas a medicina que funciona. Mi argumento básico es: esto no es como la expansión de la marihuana recreacional. Esto es ciencia, y cualquier paciente americano merece el mismo nivel de escrutinio en todo aquello que llamamos medicina. Hasta ahora, hay muy poca evidencia de que la marihuana funcione como tal, si la hay, tenemos que encontrarla”.
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