Puede sonar a paraíso eso de tener a la cannabis legalizada en tu país. Te imaginas cosas como fumar mientras la fila del supermercado avanza, en una iglesia o mientras tú niño está en su aburrida obra de la escuela. Pues las cosas no son tan sencillas, de repente se acerca un policía, te somete al piso y acabas en una celda con aroma a orines.
Las legalizaciones de la cannabis para uso medicinal o recreativo están plagadas de cláusulas legales que no te permiten fumar tranquilamente en lugares públicos, esto pasa en muchos países. Aunque la hierba haya dejado de ser considerada una droga peligrosa, tú aún puedes ser considerado un delincuente. Por eso mismo es que en Europa se han hecho populares los clubes de fumadores.
Tan solo en Barcelona hay unos 150 clubes o asociaciones cannábica, en donde los socios pueden entrar con su membresía y fumar marihuana tranquilamente, sin meterse en problemas con la ley. Sin duda esta movida popular tarde o temprano acabaría en el cine, así que un grupo de actores, guionistas y cineastas decidieron contar la primer historia del lío de mantener un club así en su película debut Smoking Club.
La trama es básicamente lo difícil que puede ser juntar a personas de todo tipo en un solo lugar. Y añadirle cannabis a la mezcla. Entre una anciana racista, una empleada ladrona, un tipo karateca que fuma y se pone insoportable, un socio traficante y un dueño controlador, Smoking Club nos muestra la realidad que se vive en Madrid a la hora de introducirse a la industria cannábica europea. Y el ejemplo podría aplicar a cualquier club de fumadores en el planeta.
Para calmar las cosas y hacer sentir un clima de amistad, el dueño ha implementado 129 reglas que todo el mundo ignora, porque están fumados y porque son absurdas. La película es la primera en su tipo en España, ya que la comedia se centra totalmente en el club, ya que no hay escenas en otras locaciones. Los directores aseguran que se filmó en diez días con un presupuesto mínimo, pero un muy buen guión, señala la prensa.
El filme está completamente atado a las regulaciones reales españolas, más específicamente las de Madrid, en donde un club de este tipo no puede rebasar los tres kilos de cannabis en su interior. Y esto es justo lo que pasa, un socio tiene metidos ahí tres kilos más de contrabando. Por lo que corre el riesgo de ser detenido y hacer que clausuren el lugar.
La trama surge cuando una onza de esa marihuana ilegal, morada y química, hace que una anciana se desmaye por los efectos secundarios. “Nadie se muere en este club”, grita el dueño, buscando cómo despertarla. De ahí se desprenden tramas pequeñas sobre cómo la cannabis logra unir o separar a las personas, un tema que el cine puede desarrollar con gracia. El filme logra embonar la historia en poco más de una hora de duración.
En España, quizá una de las naciones más avanzadas en cuestión de legalización, está permitido el consumo médico de la cannabis, además del autocultivo sin fines comerciales y el consumo lúdico, siempre y cuando no sea en espacios públicos. El código penal español prohíbe la venta de marihuana pero no prohíbe su consumo.
Dentro de los huecos legales, como dice uno de los protagonistas, se permite la creación de clubes especializados en marihuana. En donde, si se cumplen ciertas reglas de salud, se puede vender cannabis cuando se compruebe que su venta no va destinada al tráfico. Por lo que las autoridades ponen atención especial a estos clubes, lo que puede asustar a muchos consumidores.
La película aún no llega a cines de este continente, pero puede verse en la plataforma de streaming Filmin a un costo aproximado de 180 MXN. Además, la película está apoyada por Vice, uno de los medios más abiertos a estos proyectos. Sin duda las críticas han recibido bien a Smoking Club, calificándola como un cine “que marca la diferencia dentro de lo que habitualmente se hace en el cine español”, para otros, la cinta viene a ser “el gran filme cannábico del año”.
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