Tras declararse en bancarrota en 2008, Christine Meeusen -mejor conocida como la hermana Kate o Sor Cannabis– se mudó al condado de Merced, California; 11 años después, Meeusen ha construido un lucrativo negocio, bajo la supuesta misión espiritual de ayudarle a los demás a sanar con el cannabis.
Meeusen es fundadora de una organización no religiosa, pero cuyos fundamentos no desprecian la fe católica, por lo que portan un hábito y hacen votos basados en tres valores significativos: Servicio, Activismo y Espiritualidad.
Una misión espiritual y productiva
La idea de actuar como una orden religiosa surgió en 2011, como una forma de protesta, durante el Occupy Movement, movimiento que surgió debido a las desigualdades sociales que se incrementaron en Estados Unidos, luego de la crisis de 2008.
En aquel momento, Christine se convirtió en la hermana Kate, que al lado de otras mujeres como la hermana Darcy, formaron la congregación de Las Hermanas del Valle, mujeres que, en vez de dedicarse a la oración, pasan sus días cultivando cannabis.
“El acto de declararme monja fue mi manera de mostrar desprecio por nuestro gobierno, pero entonces me di cuenta de que tal vez Estados Unidos se ha quedado sin clérigos. Probablemente han pasado décadas desde que vi por última vez una monja con uniforme completo por la calle. Sentimos que tenemos el derecho a usar este uniforme ya que la Iglesia católica lo ha abandonado”, indicó Meeusen en entrevista con El País.
Al igual que otros grupos espirituales, las Hermanas del Valle tienen sus propios votos: ecología, activismo, vivir humildemente, castidad, servidumbre y obediencia a los ciclos lunares, parte significativa del proceso del cultivo de esta planta.
De acuerdo con su visión, estas mujeres honran al cannabis, mediante un ritual muy específico durante la cosecha de esta planta, que se realiza con cánticos, cuya letra encontraron en Google.
Desde la visión de Christine, al convertirse en una religiosa, su misión espiritual es ayudar a la gente a tratar enfermedades, a través de productos derivados del cannabis; lo que, a su vez, también resultó un negocio muy productivo.
Sor Cannabis y las Hermanas del Valle
Las hermanas pasan sus días sembrando, cosechando y elaborando productos como el bálsamo tópico, uno de los más vendidos; al grado que, según sus propias estimaciones, durante el último 2018, la firma vendió un millón de dólares, de los que más de la mitad representan las ganancias del bálsamo tópico.
“Nuestros productos son definitivamente considerados como medicamentos, por todos menos por la FDA, por eso los presentamos como belleza balsámica. Los productos de belleza casi siempre pasan las aduanas”, argumenta Meeusen.
Estos productos utilizan sólo cannabidiol, por lo que no son adictivos, de este modo evitan vender marihuana recreativa, que es ilegal en Estados Unidos.
En cambio, las hermanas realizan cremas, jabones, elixires en gotas o cápsulas de gel, por lo que son catalogadas como productos de higiene personal.
De esta forma, sus productos son enviados a todo el mundo, con un promedio de entre 200 a 300 paquetes por semana; pese a que hay países en los que no es legal ningún derivado de esta planta, y algunos paquetes son detenidos en las aduanas; aunque vale precisar que son catalogados como productos de belleza, por lo que se liberan fácilmente.
Las bondades de esta planta
Este éxito no es extraño para Meeusen, pues antes de montar este negocio, tenía una exitosa carrera corporativa, que aunado a su experiencia de ser educada en colegios de monjas y de haber vivido por 10 años en Ámsterdam, hicieron más fuerte a su congregación.
Primero comenzaron vendiendo ungüentos por Internet y el negocio creció, al grado que Christine terminó contratando guardaespaldas para protegerse de los hombres a los que hacía la competencia en el negocio.
El tiempo pasó y la emprendedora de 59 años decidió romper el silencio, bajo la mirada de Robert Ryan, quien se coló durante años en su disparatada vida para grabar el documental Rompiendo hábitos, estrenado apenas hace algunos meses.
“Al igual que el espectador se queda enganchado con personajes de ficción como Walter White (Breaking Bad) o Jackie Peyton (Nurse Jackie), sabía que también lo haría con alguien real como ella. Observar a alguien que desafía las normas y juega con los límites nos permite fantasear con cómo seríamos nosotros si nos atreviéramos también a romper con todo”, señala Ryan a El País.
Debido a su éxito, la hermandad ha recibido decenas de solicitudes para aceptar a nuevas colaboradoras, pero el problema es que no todo el mundo encaja en su filosofía de lucha contra la discriminación, pro igualdad de género, la paz total entre las tribus de la Tierra y la armonía con el planeta que nos alimenta.
Con información de Emol, El País y Gizmodo.
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