Canadá utilizará tecnología blockchain para investigación sobre cannabis
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No obstante, el riesgo bursátil latente se refleja en el desempeño de sus acciones: cuando IPP entró a la Bolsa, sus acciones cotizaban en USD$20, y desde entonces, han mantenido un desempeño a la baja y actualmente cotizan con unos USD$16.
La clave del éxito de IPP se debe a sus agresivos planes de expansión: recientemente adquirieron propiedades en Maryland por USD$8 millones, mismas que ya son rentadas por Holistic Industries, que paga a IPP USD$1.2 millones por mes. Debido a esto, la firma inversora ya se ha hecho de un capital de USD$58 millones.
El entusiasmo de los inversores en este sentido ha redundado también en la formación de alianzas y asociaciones, una importante que se anunció recientemente fue la que se ejecutó entre Atlantic Alliance Partnership (AAP) con Kalyx Development, para la formación de una empresa arrendataria de instalaciones para cultivo de cannabis que se llamará Kalyx Properties. El acuerdo fue valuado en USD$60 millones.
Doyen Elements, conocida anteriormente como AdvantaMeds Solutions, también mantiene planes de formar asociaciones en el futuro para estos efectos. La firma cree haber superado a IPP en capital y en experiencia en el manejo de bienes raíces para el mercado cannábico; y aunque a la fecha no han concretado ninguna, mantienen acuerdos que penetran a 16 mercados diferentes a lo largo de la nación americana. Planean entrar a la Bolsa de Nueva York y competir directamente contra IPP.
Para ello, adquirieron recientemente una antigua planta embotelladora de Pepsi, con más de 10,000 metros cuadrados, en la que instalarán una planta productora de cannabis que será puesta a la renta. Su plan es que produzca hasta 200,000 kilos, y que, con un precio que oscile entre los USD$700 o 750 por libra, tengan ingresos anuales de USD$450 millones.
Uno de los principales riesgos de este negocio es que la inversión necesaria para levantar instalaciones de esta índole es muy grande; y las firmas productoras de cannabis, al no tener un potencial económico tan grande, y sus retornos de inversión son más lentos, migran a otros segmentos del negocio, lo que podría ocasionar grandes pérdidas a las arrendadoras.
De hecho ya sucede: las firmas desarrolladoras reciben descuentos cuando compran marihuana en muy grandes cantidades: a veces comprándola a USD$300 por libra, lo que está muy lejos del precio-costo de los cultivadores. Para ellos el piso de venta está en los USD$500 por libra, debajo de ello, pierden dinero.
Aunado a ello se suma la política de la actual administración. Agresiva como sigue siendo, y dividida de estado en estado, la certeza jurídica es endeble, lo que otorga incertidumbre al mercado. En tanto el Departamento de Justicia estadunidense siga hostigando a productores y cultivadores, cerrando dispensarios, las inversiones pueden no llegar.
En tanto, los inversores de bienes raíces esperan el momento justo de inyectar sus capitales a un mercado cuyo ritmo de crecimiento puede ser, si no lo es ya, imparable.
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