Paraguay exportará cannabis medicinal
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Un pequeño patio trasero, una terraza o una jardinera son espacios ordinarios con los que cuentan la mayoría de las viviendas actuales. Sin embargo, pocos pensarían que se pueden utilizar para cultivar marihuana al aire libre. A continuación, te decimos cómo lograr una pequeña cosecha.
Tanto para los cultivadores primerizos como para los que ya tienen cierta experiencia, el cultivo de cannabis al aire libre puede resultar una aventura, debido al trabajo requerido para encontrar las condiciones ideales o incluso por la ilegalidad que la rige.
Pese a todo, el cultivo de marihuana al aire libre dentro de casa representa una opción que no requiere gran inversión de dinero, pero sí una cuantificable dedicación.
Como todo proceso, el aprendizaje sobre el cultivo al aire libre se dará con el paso del tiempo y bajo el método ensayo y error, por lo que es indispensable que el cultivador siembre otra semilla muy importante: la paciencia.
Antes de comenzar el proceso, es indispensable que el cultivador considere el clima del lugar donde radica. Esto evitará que su cosecha sea un total fracaso. Portales especializados como Leafly recomiendan solo sembrar cannabis endémico de la región para asegurar una tasa alta de éxito.
El cannabis es vulnerable al clima extremo, de modo que mucho calor, exceso de frío, lluvia o ráfagas de viento pueden dañar las plantas o hacer que muera la semilla sin haber germinado.
Respecto a la lluvia y al viento, el cultivo de marihuana al aire libre hace que las semillas sean susceptibles a sufrir daños físicos que reducen el rendimiento de la cosecha. Además, la humedad excesiva provoca moho y mildiú polvoriento, especialmente durante la etapa de floración.
Otra cuestión importante son las horas de luz y de oscuridad que requiere este tipo de plantas, dado que la función que tienen está relacionada con la realización de su proceso de fotosíntesis.
En este punto es importante precisar que un equilibro entre luz y oscuridad es la condición ideal para un cultivo sano, ya que, a medida que cambian las estaciones, las plantas reciben una menor cantidad de luz solar durante el día, lo que desencadena la etapa de floración.
Respecto al espacio ideal para cultivar al aire libre, existen diversas opciones, como muros, arbustos, árboles, invernaderos o jaulas para proteger el cultivo tanto de animales depredadores como de vecinos entrometidos y de plagas.
Antes de elegir el espacio para la siembra de marihuana, se debe considerar que el cannabis al aire libre puede crecer hasta tres metros de altura, incluso un poco más, dependiendo de los cuidados del cultivador.
En lo que se refiere a la elección de semillas, además de lo antes mencionado para elegir semillas endémicas, es preciso indicar que los cultivadores novatos deben optar por semillas feminizadas, ya que, si alguna planta resulta ser un macho, se perderá toda su cosecha.
La compra de semillas de marihuana también depende de la legalidad que tenga el país donde radique el cultivador, pues muchas leyes impiden la importación de semillas. Además, muchas legislaciones alrededor del mundo marcan solo un gramaje mínimo para portación.
Las plantas de marihuana requieren muchos nutrientes durante su ciclo de vida, principalmente en forma de nitrógeno, fósforo y potasio. La forma en la que estas se alimentan depende de la composición del suelo.
Cabe destacar que las plantas de cannabis tienen mayor grado de éxito en su cosecha cuando se siembran en suelos ricos en materia orgánica y con un buen drenaje. Por eso es necesario, antes de plantar, conocer el tipo de suelo que se tiene disponible y nutrirlo.
Los suelos arcillosos no son recomendables para la siembra porque son pesados, se drenan lentamente y no retienen bien el oxígeno. Respecto a los suelos arenosos, el problema es que no retienen los nutrientes necesarios, lo que es más evidente en climas lluviosos.
En cambio, los suelos limosos son menos porosos y densos, lo que los hace ideales para el cultivo de marihuana al aire libre. Este tipo de suelo es fácil de trabajar, se calienta rápidamente, retiene la humedad, tiene buen drenaje y contiene muchos nutrientes.
Una vez determinado el tipo de suelo, el siguiente paso es elegir el fertilizante. Generalmente, los cultivadores usan fertilizantes granulares de liberación prolongada, aunque esto es un grave error porque dañan a las bacterias del suelo.
Lo recomendable es elegir un fertilizante orgánico que aproveche al máximo la vida microbiana en el suelo y minimice la escorrentía dañina. Hay muchos fertilizantes naturales y orgánicos, pero es aconsejable utilizar los económicos y fácilmente disponibles.
A diferencia de lo que muchos pudieran pensar, no es recomendable cultivar la marihuana directamente sobre el terreno, por lo que los contenedores representan una opción económica y segura.
Además, cultivar en contenedores brinda la posibilidad de cambiar la ubicación de las plantas con facilidad y así protegerlas de agentes extremos.
Sin embargo, las plantas cultivadas en macetas probablemente serán más pequeñas que las plantadas sobre el suelo porque el crecimiento de sus raíces está restringido al tamaño del contenedor. Esto quiere decir que el tamaño de la maceta determinará el de la planta.
Si bien es cierto que las plantas al aire libre obtienen agua de lluvia, es necesario regarlas con frecuencia, especialmente en los calurosos meses de verano.
La regla general es regar profundamente y luego esperar hasta que una o dos pulgadas de la tierra estén completamente secas, antes de volver a mojar el suelo. Un medidor de humedad es una buena herramienta para un principiante.
En caso de utilizar agua corriente, primero es necesario comprobar que sus niveles de cloro no sean altos, ya que puede matar a los microorganismos beneficiosos en el suelo. Por esto, muchos cultivadores utilizan agua filtrada.
Respecto al viento, las ráfagas fuertes estresan a las plantas, situación que se resuelve colocando láminas de plástico, las cuales también pueden servir para proteger el cultivo de la lluvia.
En cuanto a las plagas que pueden ser tanto animales grandes como una gran variedad de insectos voladores y rastreros, el remedio más afectivo es mantener a las plantas saludables, ya que, de esta forma, serán naturalmente resistentes. También es aconsejable examinarlas varias veces a la semana, ya que, si una plaga se detecta de forma temprana, es más sencillo eliminarla.
Otra recomendación reside en mantener a las plantas de cannabis separadas de otras, ya que las plagas se propagan fácilmente entre ellas. En este caso, es preferible optar por la compra de pesticidas orgánicos diseñados para usarse específicamente con el cannabis.
Con información de Leafly
Foto: Jeff W / Unsplash
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