Rapero Lil Wayne lanza su propia marca de cannabis
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Durante los últimos años, el cultivo de cannabis se ha convertido en un aliciente para mucho enfermos, que han apostado por éste como un tratamiento alternativo; sin embargo, poco se conoce sobre su uso como un elemento amigable con el ambiente, el cual es un verdadero respiro para el planeta.
Los usos recreativos y medicinales del cannabis son mucho más publicitados hoy en día, debido a la tendencia de legalización en todo el mundo; pero también hay que resaltar el impacto positivo en materia ambiental que generaría su cultivo lícito.
De acuerdo con una publicación en The Ecologist, el cultivo de cannabis trae amplias ventajas a la ecología en lo que respecta a la nutrición del suelo, pues a diferencia de otras plantas su cultivo necesita menos agua y ningún pesticida.
El cultivo de cannabis permite un proceso denominado fitorremediación, que se utiliza para la descontaminación de los suelos, la depuración de las aguas residuales y la limpieza del aire interior.
Lo anterior, debido a que esta planta es capaz de absorber los contaminantes de la tierra, descomponerlos y devolver entre un 60 a un 70% de los nutrientes que toma del suelo, lo cual crea condiciones propicias para que las tierras sean cultivables.
La siembra de cannabis, es parte de una nueva tendencia conocida como ecología química, que se centra en el estudio de los compuestos químicos de origen biológico, implicados en las interacciones de organismos vivos.
Un artículo del portal Dinafem menciona los casos de éxito de esta siembra en Italia y Ucrania, donde el cannabis permitió recuperar tierras intoxicadas por una de las fábricas de acero más importantes de Europa, y territorios cercanos a Chernóbi, para acabar con los materiales radioactivos de su suelo.
En el caso de Italia, el problema fue detectado en 2008, cuando los animales de pastoreo fueron infectados con dioxina, una sustancia altamente tóxica que se libera en la atmósfera por la actividad industrial y que después vuelve a caer a la tierra para ser absorbida por el suelo.
Esta sustancia también tiene implicaciones en la salud de los seres humanos, pues podría provocar problemas como esterilidad, afectaciones al sistema inmunológico y en algunos casos hasta cáncer.
La razón de esta contaminación fue la indiscriminada actividad que generó desde principios del siglo XX la planta de acero Ilva; pese al daño, los agricultores no se rindieron y buscaron una solución para descontaminar sus tierras.
Así surgió la idea de cultivar cannabis con bajas cantidades de THC, el cual es legal en el país europeo, y así iniciaron el proceso de fitorremediación, término acuñado por el doctor Ilya Raskin del Centro de Biotecnología de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey.
Para 2011, la región italiana volvió a recuperar sus granjas, luego de que los contaminantes fueran absorbidos por las raíces de la planta, salvando a 100 agricultores de la quiebra.
En el caso de Chernóbil, en 1998, los laboratorios Phytotech, junto con productores y el Instituto de Ucrania de Cultivos de Fibras, decidieron de plantar cannabis industrial con el propósito de eliminar estroncio y cesio radiactivo, ambas sustancias sumamente tóxicas.
Tras décadas de buenos resultados, Bielorrusia decidió seguir el camino de Ucrania y plantó cannabis, para tratar de mitigar los efectos ambientales que sufría por la misma causa de Chernóbil.
Los hallazgos fueron extraordinarios, pues además de limpiar su suelo, descubrieron que sembrar cañamo también ayuda a reducir el volumen total de CO2 que se emite a la atmósfera.
Un estudio elaborado en 2011 en China reveló que el cannabis industrial destaca por su alta capacidad de absorber y acumular grandes cantidades de cadmio en el suelo sin perjuicio de la propia planta.
Los investigadores apuntaron a que el cultivo contralado de cannabis industrial permitiría el aprovechamiento de zonas para cultivo, que antes no eran aptas, sin que se perjudique la salud de los consumidores.
Al parecer, los resultados no son del todos nuevos, pues un estudio elaborado por el Instituto Polaco de Fibras Naturales en 1995 indicó que el cáñamo podría soportar altos niveles de metales pesados sin afectar al crecimiento de la planta, su cosecha o la calidad de la fibra.
Además, de que el cannabis permite reponer los nutrientes necesarios en solo un año de su cultivo; por lo que su siembra en tierras inertes aporta nuevas propiedades al sustrato y permite que se vuelva apta para el cultivo de cualquier tipo de vegetal. Algo resultaría muy benéfico para las economías emergentes en el mundo.
Con información The Ecologist y Dinafem.
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