Carl Sagan y su sagrada adoración a la marihuana se comparaba con la de los Aztecas a su Dioses. Conoce la historia del brillante científico.
Carl Edward Sagan es recordado por muchos como una de las mentes más brillantes del siglo pasado, con la capacidad única para transmitir con sencillez al público no especializado los conceptos más complejos sobre la ciencia y el cosmos, sin abandonar en ningún momento, la seriedad y el rigor que la misma requería.
Sagan, quien murió en 1996 a la edad de 61 años por una extraña enfermedad de la médula ósea, era admirado por sus célebres frases y obras de ficción, como esa que decía: "La tierra es un pequeñísimo grano de polvo en una vasta arena cósmica". También era reconocido por su famoso programa de televisión "Cosmos: Un viaje personal".
Carl Edward Sagan, quien era astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor, pionero de la exobiología, promotor de la búsqueda de inteligencia extraterrestre a través del Proyecto SETI y asesor de la NASA, también era un ávido consumidor de la marihuana.
Sagan, quien fue el primero en crear un modelo de invernadero para la atmósfera de Venus, mostrando que el planeta tenía temperaturas mucho más altas de lo que se pensaba anteriormente, era un promotor permanente del consumo ordenado de la cannabis.
Carl Sagan, quien nació en el boom de la "Reefer Madness", una época donde el consumo de la marihuana no sólo estaba prohibido, sino satanizado, consideraba que la hierba era "encabronadamente" positiva para él y para la humanidad.
A la edad de 25 años, como estudiante doctorado en al Universidad de Chicago, Sagan tuvo su primer contacto con la marihuana, un encuentro que lo acompañaría de manera constante a lo largo de su vida. Y es a partir de ese momento, su gusto por la cannabis, que dejó de ser temporal, para volverse permanente.
Carl Sagan y su sagrada adoración a la marihuana se comparaba con la de los Aztecas a su Dioses, tenía la certeza de que la hierba le otorgaba ingenio y sabiduría. En esencia, la marihuana agudizaba todos sus sentidos y lo ayudaba a incrementar el placer que tenía por comer, escuchar música o tener sexo.
En un ensayo para defender su perspectiva publicado En el libro “La Marihuana Reconsiderada” de Keady Davidson de 1971, Sagan publicó un ensayo firmado por un tal "Sr. X", en el que defendió su perspectiva sobre la cannabis, plasmando la realidad aumentada y la apreciación estética que le concedía el consumo de la marihuana.
Incluso, más tarde Sagan reveló, que muchos de sus ensayos y escritos los había desarrollado acompañado de la marihuana, los mismos que posteriormente utilizaría para sus discursos universitarios, conferencias públicas y principales libros.
Sagan tenía claramente una fascinación profunda con los efectos personales y la historia del cannabis. En su libro de 1977, Dragons of Eden, señala su admiración por los cazadores de pigmeos que cultivaban la marihuana como su única cosecha agrícola y la fumaban ritualmente antes de la pesca con lanza. Incluso sugirió: "Sería irónicamente interesante que en la historia de la humanidad el cultivo de la marihuana condujera generalmente a la invención de la agricultura y, por tanto, a la civilización".
La hierba le ayudó a comprender, mediante una “percepción existencial” que la humanidad estaba llena de hipocresías. En privado, Sagan expresó su amplia oposición a las leyes antidroga de su época. Criticó al sistema por gastar millones de dólares en combatir algo que ellos mismos estaban estimulando, el consumo; sin embargo, a pesar de su pasión por la reforma de las drogas, Sagan se vio obligado durante toda su vida a negar sus posturas en público por el bien de su carrera y su familia.
La última fumada
A Sagan le disgustaba profundamente las políticas disfuncionales que prohibían el uso medicinal de la marihuana para las personas que tenían una enfermedad terminal. El astrónomo desaprobaba la "irracional posición gubernamental" de que los pacientes terminales no deberían recibir cannabis. "No hay pruebas de que sea una droga adictiva, pero incluso si lo fuera, estas personas se están muriendo. ¿De qué los estamos salvando?", condenaba.
Al acercarse al final de su fatal batalla contra el cáncer, Sagan usó cannabis para facilitar su paso hacia sus últimos días. La fumó para reenfocarse en la belleza de la vida en medio de tal tortura, para acercarse al paraíso y alejarse del infierno.
Sagan tenía la sagrada convicción de que una población que se interesaba por la ciencia se esforzaría por tomar decisiones políticas inteligentes. Su esposa Ann Druyan sigue luchando por defender y promover su legado en favor de la cannabis, clave para la alfabetizar a una sociedad que vive sometida por un gobierno ignorante y ciego a los beneficios que la hierba ofrece para posible mejor futuro social.
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